Ibiza es sinónimo de calas cristalinas, reservas marinas protegidas y un entorno submarino de una belleza inigualable. Cada temporada, según datos del GEAS, 45.000 aficionados al buceo, desde principiantes hasta expertos certificados, se sumergen en estas aguas del Mediterráneo para explorar un entorno único. No obstante, esta actividad fascinante implica ciertos riesgos que no deben subestimarse.
En Grupo Policlínica, como centro hospitalario de referencia en Ibiza, combinamos nuestra experiencia clínica con un fuerte compromiso por la prevención en seguridad subacuática. Desde nuestros servicios de urgencias hasta las unidades de diagnóstico y cuidados críticos, estamos preparados para atender cualquier incidente relacionado con el buceo, con los más altos estándares de calidad y respuesta médica. Prueba de ello es que contamos con la única cámara hiperbárica de la isla, una herramienta clave para la recuperación en este tipo de accidentes.
Los accidentes más frecuentes
Según la Divers Alert Network (DAN), una de las principales organizaciones internacionales dedicadas a la seguridad en el buceo, cada año se registran más de 1.000 incidentes graves relacionados con esta práctica en Europa, muchos de ellos evitables.
Un accidente de buceo, explica el doctor Ricardo Alós, especialista en medicina general y responsable de medicina hiperbárica del Grupo Policlínica, se refiere a las complicaciones que pueden surgir después de una inmersión con equipo de buceo, y en ocasiones incluso sin él: “Pueden surgir diversas afecciones neurológicas, dependiendo de factores como la profundidad alcanzada, la duración del buceo y el estado físico del buceador. Entre las más serias se encuentran la parálisis, la pérdida de visión, los vértigos o problemas relacionados con la coagulación sanguínea”.
Estas situaciones se consideran emergencias graves y requieren atención inmediata, aunque también existen incidentes más leves, como alteraciones cutáneas o dolores musculares menores. De todas ellas, las más comunes son:
- Barotraumatismos: lesiones provocadas por los cambios de presión, especialmente en oídos, senos paranasales y pulmones.
- Enfermedad descompresiva: ocasionada por una subida rápida sin respetar los tiempos de descompresión.
- Embolia gaseosa arterial: una emergencia grave causada por la entrada de aire en el sistema circulatorio.
- Ahogamiento o semiahogamiento: en situaciones de pánico, mal uso del equipo o problemas físicos.
- Hipotermia: especialmente en inmersiones largas o en aguas frías.
- Lesiones por fauna marina: picaduras, mordeduras o contacto con organismos venenosos.
Enfermedad descompresiva o “mal del buceador”
La enfermedad descompresiva, también llamada «mal del buceador», representa según European Underwater and Baromedical Society (EUBS), el 80% de las urgencias graves en buceo recreativo.
Se produce cuando el nitrógeno acumulado en los tejidos durante la inmersión forma burbujas por un ascenso rápido: “La presión del agua acumula nitrógeno en el cuerpo, en la sangre y en los músculos, y si no se elimina puede provocar graves daños cerebrales. Desde isquemias, hasta falta de oxigenación y problemas pulmonares”, apunta el doctor Ricardo Alós. En estos casos, añade, “se utiliza la cámara hiperbárica para que el buceador recupere la circulación y la respiración normal”.
La labor de Policlínica: cámara hiperbárica y coordinación con los GEAS
Durante los meses de mayor afluencia turística, la población de Ibiza puede llegar a triplicarse. Aunque según afirma el doctor Alós “los accidentes de buceo han disminuido en los últimos años por la seguridad, la formación de la gente y el control de los centros de buceo” en Grupo Policlínica siguen atendiendo casos “de buceadores con botella y especialmente de buceadores en apnea”.
Precisamente por ello, Policlínica refuerza sus servicios asistenciales, incluyendo áreas críticas, diagnóstico por imagen, transporte medicalizado y personal especializado en siniestros en el mar. La experiencia acumulada nos permite actuar con rapidez, reducir complicaciones y mejorar pronósticos.
Además, un elemento diferencial de Grupo Policlínica en este ámbito es la disponibilidad de una cámara hiperbárica propia en la isla, un recurso vital en el tratamiento de la enfermedad descompresiva y otras patologías relacionadas con el buceo. “Es un habitáculo de varios tamaños en el que se introduce a la persona para ser sometida a una presión ambiental determinada mientras respira oxígeno puro”, afirma Alós.
Operativa desde finales de los años noventa, tiene capacidad para tratar simultáneamente a tres pacientes, lo que permite responder con agilidad ante emergencias sin generar sensación de encierro en los afectados.
La cámara hiperbárica funciona “las 24 horas, los 365 días del año”, añade el doctor Alós, en coordinación con los equipos de urgencias y con la intervención del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS). En caso de accidente de buceo, Grupo Policlínica activa un protocolo de urgencia que incluye la colaboración de este grupo de de la Guardia Civil. Este equipo especializado se encarga del rescate y traslado del afectado desde el lugar del incidente hasta el centro hospitalario, asegurando una intervención rápida, segura y coordinada.
Prevención: la clave está antes de sumergirse
La prevención es el pilar fundamental para evitar accidentes. Como centro hospitalario que atiende anualmente numerosos casos vinculados al buceo, en Grupo Policlínica recomendamos tener en cuenta los siguientes puntos esenciales:
1. Formación certificada y adecuada al nivel
Realizar un curso con organizaciones reconocidas como PADI, SSI o CMAS asegura una preparación técnica sólida. Estas instituciones forman en protocolos de seguridad, prevención de riesgos y actuación ante emergencias. Saltarse niveles o asumir retos para los que no se está preparado es una causa común de accidentes.
2. Reconocimiento médico específico
No todas las personas están en condiciones físicas para bucear. Las enfermedades cardiovasculares, neurológicas o respiratorias requieren una evaluación individual. En Grupo Policlínica subrayamos al importancia de chequeos específicos para buceadores, que incluyan pruebas como espirometría, electrocardiograma y una valoración clínica especializada.
3. Planificación de la inmersión
Un buceo seguro comienza con una buena planificación: profundidad, duración, condiciones meteorológicas, tipo de gas, revisión del equipo y del ordenador de buceo. No respetar las paradas de descompresión o los límites personales de profundidad está detrás de muchas urgencias hospitalarias.
4. Equipo en perfecto estado
Cada elemento del equipo debe estar revisado y adaptado al entorno de la inmersión. Un fallo en el regulador, chaleco o botella puede convertirse en un problema crítico a varios metros de profundidad.
En definitiva, aunqueel buceo es una actividad fascinante que, practicada con responsabilidad, ofrece experiencias inolvidables, es fundamental conocer sus riesgos y actuar de manera rápida y eficaz ante cualquier incidente. En Grupo Policlínica sabemos que cuando se trata de salud, cada segundo cuenta.